A todas las personas que por una u otra razón han tenido que salir de su país de origen a otras fronteras, les sugiero que día a día entonen esta oración y no se sientan extraños, el planeta no es pertenencia de nadie, es simplemente la nave que nos alberga mientras realizamos nuestra anhelada misión.
«Bendíceme en la nueva tierra donde vivo
Emigrar es un acto de fe
Señor, bendíceme en la nueva tierra donde vivo.
Acompáñame con ternura, pues me faltan mi familia y amigos.
Bendice Señor, las pocas cosas que entraron en mis maletas,
Que nunca falte tu provisión, que siempre tenga pan y una almohada para dormir.
Señor, bendice la ciudad donde ahora vivo
Y por favor no te olvides de los míos, de quienes quedaron al otro lado del río.
Consuela a mis padres, que mi papá se sienta orgulloso de mi fe, y mi madre…
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