El cuerpo es tu casa de arcilla, la única que tienes en el universo. El cuerpo está en el alma; este reconocimiento confiere al cuerpo una dignidad sagrada y mística. Los sentidos son antesalas de lo divino. La espiritualidad de los sentidos es la espiritualidad de la transfiguración.
Cuando uno deja de temer a su soledad, una nueva creatividad despierta en su seno. La riqueza interior olvidada o descuidada empieza a revelarse. Uno vuelve a su casa interior y aprende a descansar en ella. Los pensamientos son los sentidos interiores. Infundidos de silencio y soledad, revelan el misterio del paisaje interior.
ANAM CARA – El Libro de la Sabiduría Celta