Responsabilidad

Asumo la completa responsabilidad sobre mi vida.

Esto significa que asumo que yo soy el responsable de todo lo que me ocurre, asumo que lo que hay en mí realidad yo lo he creado, asumo que mi realidad es creación de mis pensamientos y palabras.

Asumir está responsabilidad no implica caer en desesperación ni conflictos, puesto que al hacerlo, el pensamiento dominante será de miedo, rabia, angustia, lo que nos aleja de la vibración original, que es el amor. Mejora la calidad de tus pensamientos, procura que estos siempre sean positivos y llenos de fe.

Ser responsable es también comenzar a trabajar en ti mismo, en lo que no te gusta de lo que ves en ti. Es tomar consciencia de que nuestras acciones no sólo cambian nuestro mundo y el cómo nos relacionamos con los demás sino que también influyen en la vida de otros. Trabajando en ti estas trabajando en esas acciones que influyen en tu entorno.

Al asumir la responsabilidad de nuestras acciones, nos hacemos responsables de sus consecuencias. Podemos empezar a ver que las responsabilidades se componen simplemente de nuestra capacidad de responder. Siempre tenemos opciones. Siempre tenemos opciones. Siempre tenemos poder.

Usa palabras positivas, deja el victimismo y la queja, hazte responsable de todo lo que te sucede. Ninguna solución está fuera de tu ser, por eso es importante tener momentos donde silenciamos la mente para escuchar la sabiduría interior que todos tenemos. Eres parte del TODO y hay una chispa Divina en cada uno de nosotros.

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Deja ir el apego

En la vida nuestras opciones son amargarnos o mejorar. Hoy elije mejorar, pues la amargura sólo se nutre a sí misma. Conforme revisas tu pasado, perdonando a otros y a mí mismo, te liberas del daño de viejas heridas.

Aferrarte al viejo sufrimiento puede atraer la empatía de otros por un tiempo o, incluso, puede que consegas su apoyo temporal. Pero eso no inspirará una invitación para empezar de nuevo, ni por parte de otras personas ni de parte del universo.

Hoy puedes tener una queja o un milagro, pero no ambos. Pon tus quejas en manos de Dios y pide ser liberado de tu apego a las viejas heridas.

Deja ir tu apego a lo que no puedes cambiar y reza por un milagro para liberarte de tu dolor. Deja ir tus pensamientos de juicio y venganza, para ser libre.

Deja ir la necesidad de controlarlo todo. Las recompensas de esta práctica son grandes: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas.

La vida siempre pondrá delante de ti dos caminos: uno ya conocido, cargado de las mismas acciones, mismas costumbres, mismos apegos, mismos dolores,  sufrimientos y su característica más importante: es la casa de nuestra «zona de confort»;  pero también te mostrará otro camino completamente nuevo, desconocido, que  aterra y te llenará de miedo  porque no sabes qué resultaría.

Ten en cuenta que nuestra vida está llena de cambios y transformaciones y cuando un camino nuevo se asoma es porque ese camino que recorres ahora ya se desgastó. No le temas a lo nuevo, no le temas al cambio, no le temas a lo desconocido, vive sin apegos!

Permite que tu vida evolucione y permite que en ese camino quede lo que tenga que quedar para ir ligero en equipaje y llenarte de oportunidades que seguro te ofrecerá.

Si quieres que tu vida cambie, cambia tu  y decídete por el camino que te transforme y no el que te mantiene en tu zona a de confort. Deja ir el apego!

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¿Quien eres?



Quien eres….la respuesta  a esa pregunta no está escrita en ningún libro ni te será dada por el Ser Supremo. No la descubrirás en los espejos rotos de las opiniones ajenas, ni en los ecos vacíos de las multitudes.

Lo primero que debes entender es esto: no eres lo que piensas que eres. No eres tu nombre, no eres tu historia, no eres tu pasado ni tus logros, ni tus titulos. Todo eso son etiquetas, constructos mentales, máscaras que has acumulado, pero ninguna de ellas es tu esencia.

¡Mírate a ti mismo con brutal honestidad! Observa tus miedos, tus deseos, tus sueños más oscuros y tus impulsos más fervientes. Eso que observas, eso que sientes, eso que es consciente. Esa es tu verdadera naturaleza. No necesita palabras, no necesita definiciones.

Es el espacio de consciencia que está detrás de todos los pensamientos. No es sentarte a esperar que la «verdad» te ilumine. ¡Es un combate! Un enfrentamiento despiadado contra la mentira que te has contado, contra las cadenas que te han impuesto. No puedes descubrirte sin destruirte primero.

Eres el silencio detrás de todo ruido. Cuando descubres eso, todo cambia. Ya no necesitas buscar afuera lo que siempre ha estado dentro. Ya no necesitas construir una identidad con base en el mundo, porque sabes que quien eres trasciende cualquier forma.

Eres la consciencia misma, eterna, inmutable, presente. Ese es el mayor descubrimiento que puedes hacer en esta vida. Y no está en el futuro, está aquí, ahora, en la profunda realización de este instante.

Y cuando realmente lo descubras, no necesitarás que nadie te lo explique. Porque lo sabrás con una certeza que no puede ser expresada con palabras.

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Ámate con locura

«Si tuviera que darte un consejo,
te diría que nunca dejes de ser tú,
que te valores y que te quieras,
que te quieras mucho,
porque cuando uno se quiere,
se es más feliz.

Si tuviera que darte un consejo,
te diría que trates con dulzura a los niños
y con respeto a los ancianos,
que no te calles,
que el amor te cautive
y que la maldad nunca te deje indiferente.

Si tuviera que darte un consejo,
te diría que seas valiente
y que persigas tus sueños,
sin importarte lo que digan los demás,
que te alejes de la gente envidiosa,
de los que no te valoran
y te acerques a la gente que es feliz,
a los que de verdad te quieren,
porque la felicidad es contagiosa.

Si tuviera que darte un consejo,
te diría que nunca pierdas el tiempo,
porque la vida es un rato
y un rato es muy poco.»💕

Si tuviera que darte un consejo te diría:

Ámate con locura.

La soledad

La soledad es inmensamente bella. La soledad es un momento en el que ya no se necesita al otro, tú eres suficiente para ti mismo; tan suficiente que puedes compartir tu soledad con toda la existencia.

Tu soledad es tan inagotable que aunque inundes toda la existencia, aún te quedará más. Cuando estás solo, eres rico, cuando te sientes solo eres pobre.

La capacidad de estar solo es la capacidad de amar. Puede que te parezca paradójico, pero no lo es. Es una verdad existencial; sólo aquellas personas que son capaces de estar solas son capaces de amar, de compartir, de llegar a lo más profundo de la otra persona; sin poseer a la otra persona, sin depender de ella, sin reducirla a una cosa, y sin volverse adictos a ella.

Permiten que la otra persona tenga total libertad porque saben que si se marcha, ellos seguirán siendo tan felices como son ahora. La otra persona no puede arrebatarles su felicidad, porque no es quien se la dio.

Céntrate, prioriza

Una cosa a la vez. No te distraigas, céntrate, prioriza.

Vivimos en tiempos donde todo parece moverse rápido, donde nuestras mentes saltan de una idea a otra, de una preocupación a otra, en un interminable juego de distracciones. Nos enseñan a ser productivos, a estar ocupados, a abarcar mucho, y así, sin darnos cuenta, perdemos la claridad y el sentido profundo de nuestras acciones.

Pero, ¿qué pasaría si te detienes y decides enfocarte en una sola cosa? No se trata solo de completar tareas o de lograr metas; se trata de vivir con propósito, de encontrar en cada acción un reflejo de quién eres y de lo que realmente importa para ti. Elegir una cosa a la vez es más que simplificar la vida: es un acto de respeto a tu propio ser, una oportunidad para conectarte con cada momento y, a través de esa conexión, descubrir el sentido y la belleza en lo que haces.

Cuando te centras en una sola cosa, algo en ti cambia. La prisa se disuelve, la ansiedad pierde fuerza, y surge un espacio interno donde la calma y la claridad florecen. Enfocarte en lo esencial es un acto de amor propio, es permitirte vivir sin el peso de la dispersión. Es como limpiar una ventana que, aunque parecía transparente, estaba cubierta de pequeñas manchas que te impedían ver con claridad. Con cada distracción que dejas ir, el paisaje de tu vida se hace más nítido.

Prioriza lo que te hace bien, lo que te llena, lo que te acerca a la versión de ti mismo que más admiras. Deja de lado lo innecesario, y verás que cada acción que realizas tiene un eco, una energía que transforma, una huella que permanece. Porque cuando la felicidad es tu prioridad, cada paso se convierte en un acto de presencia y gratitud.

Mis decisiones de hoy crean mi mañana

Cada acción, cada pensamiento que tenemos, va moldeando poco a poco el paisaje de nuestro futuro. Somos, en muchos sentidos, jardineros de nuestro propio camino, plantando intenciones y decisiones que, como semillas, germinan y se transforman en las experiencias de los días venideros. Pero este viaje no se trata de un simple «destino» al que debemos llegar; es una creación continua, un acto de voluntad, donde podemos ser tanto el viajero como el artista que da forma a su lienzo.

A veces, parece fácil pensar que las circunstancias externas controlan nuestro destino, que los eventos y personas a nuestro alrededor nos llevan por caminos inevitables. Sin embargo, si miramos más profundamente, descubrimos que, aunque no podamos controlar cada situación, siempre tenemos una elección en cómo respondemos y, más importante aún, en cómo nos relacionamos con nuestras propias emociones y pensamientos. Es en esa decisión diaria, en ese pequeño instante entre el estímulo y la reacción, donde reside una libertad inmensa, una puerta abierta hacia el cambio y la transformación.

Nuestro mañana no se define por grandes eventos ni por sueños lejanos, sino por los pasos sencillos que tomamos hoy. Cada vez que elegimos escuchar en lugar de reaccionar, cada vez que perdonamos, que damos un paso hacia lo que nos apasiona o nos permitimos un momento de descanso, estamos construyendo el terreno para un mañana más pleno y auténtico.

La vida es un proceso de aprender y desaprender, de soltar aquello que nos limita y abrazar lo que nos libera. Cultivar esta conciencia y recordarnos que somos cocreadores de nuestro destino nos permite vivir con una claridad y una paz que trasciende el momento presente.

Temía


Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mi mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta de que de todos modos opinarían de mi.
Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.🌈

Ernest Hemingway

El Silencio

Cada persona ve las cosas a su manera, según sus percepciones mentales y según su nivel de comprensión, de madurez y de consciencia.

Cuando hay conflictos entre dos o varias personas, se debe a que cada una de ellas percibe la situación, diferente que los demás, y si hay mucho ego, creen que su visión es la correcta y que los demás están equivocados.
Esto sucede en todas las personas; unos en mayor o menor grado. Es decir, cuanta más comprensión, consciencia y más visión de la realidad, de lo que realmente Es, menor será el grado de percepción errónea.

Un ser que medita todos los días, un ser consciente, suele ver las cosas tal y como son, sin apenas percepciones erróneas, pues cuando la mente está en calma es cuando refleja la Realidad.

Si la mente está agitada, con pensamientos egocéntricos, no reflejará lo que Es, la Realidad.

Cuando te encuentres en medio de discusiones con personas con mentes agitadas, es mejor que mantengas tu calma interior y en silencio; pues de la misma manera en que ellos ven las cosas según su punto de vista, también seguirán viéndolo a pesar de que expreses tu visión.

No debemos perder energía discutiendo con personas con mentes cerradas y con una actitud egocéntrica, es más sabio alejarse para no perder tu equilibrio, ni salirte de tu centro y de tu paz.

No siempre el silencio otorga, muchas veces el silencio es señal de sabiduría y paz…