
Hay una fuerza invisible que escucha lo que no dices y te entrega lo que en secreto crees merecer. No importa cuánto reces con los labios si por dentro repites que no es posible, que no puedes, que no es para ti. El universo no responde a tus palabras: responde a tu vibración.
Cada pensamiento es una orden. Cada emoción sostenida, una semilla sembrada en el campo fértil de la vida. Y tú, sin saberlo, has creado más de lo que imaginas… incluso lo que más temes. Porque donde pones tu atención, pones tu energía. Y donde pones tu energía, das vida.
No estás aquí para sufrir ni para arrastrarte buscando limosnas del destino. Estás aquí para recordar que fuiste hecho a imagen de un poder creador, y que ese poder no está lejos, ni en el cielo, ni en templos sagrados. Vive en ti. Habla a través de ese susurro que te dice que hay algo más, que puedes más, que eres más.
Cuando dices “Yo Soy”, no estás hablando de ti como persona, sino de esa chispa eterna que te habita. Cada vez que declaras «Yo Soy pobre», «Yo Soy débil», “Yo Soy un fracaso”, le estás dando forma a una realidad que terminará obedeciéndote. No porque la vida sea cruel, sino porque es fiel. Fiel a tu palabra, a tu creencia, a tu tono interno.
La buena noticia es que puedes elegir de nuevo. Puedes declarar “Yo Soy luz”, “Yo Soy abundancia”, “Yo Soy salud”, no como un juego de palabras, sino como un acto de fe interior. El cambio empieza en silencio, cuando dejas de rogar y comienzas a asumir.
La mente no fue hecha para adorar el drama, ni para repetir tragedias disfrazadas de verdades. Fue hecha para crear belleza, ordenar el caos y dirigir la energía hacia lo que eleva. Pero nadie nos enseña esto, porque es más fácil manipular a quien ha olvidado que tiene el poder de transformar.
No se trata de negar la realidad, sino de reconocer que tienes el derecho de diseñar otra. Cada vez que eliges la gratitud en lugar de la queja, la calma en lugar del juicio, el perdón en lugar de la culpa, estás entrenando tu alma a volver a casa. A recordar lo que siempre fue tuyo.
No eres un accidente. Eres una intención consciente del universo. Y hasta el día en que decidas asumirlo, la vida te seguirá repitiendo la misma lección, con diferentes disfraces.
Comparte esto con quien aún no ha recordado que tiene permiso para cambiar su mundo, desde adentro.
