
«Mira más allá del dolor y entrégate a un amor superior.»
Tal vez una relación o una amistad no funcionó y nos sentimos abandonados o rechazados. Cuando sientas dolor porque rechazaron tu amor, puedes pedirle a Dios que cure la herida, que bendiga a la persona a la que amas y que los ayude a ambos a convertirse más en el Yo verdadero (el Ser Real o Yo Superior). Por encima de todo, puedes pedirle a Dios que te muestre por qué te duele la situación.
Tal vez tenemos dolor porque esperábamos algo poco realista a cambio de nuestro amor o esperábamos que los demás llenaran los vacíos de la autoestima, un trabajo que sólo nosotros podemos hacer al nutrirnos y amarnos.
No importa lo que suceda, el amor siempre vale la pena porque cada momento de amor nos acerca al amor superior que el alma busca. Siempre que nos estiramos para tocar a alguien, en realidad estamos enviando la flecha del amor desde el corazón al propio corazón de Dios.
«Dios se disfraza para que tengamos muchas, pero muchas oportunidades de estirar los músculos del corazón y regresarle amor a través del amor que tenemos hacia las distintas manifestaciones del Espíritu.»
Así que cuando sientas una pérdida dolorosa y te digas:
“Di mucho del corazón, y todo ¿para qué?”, hazte otra pregunta: *¿A quién y qué amé en realidad?*
Si te das tiempo de profundizar lo suficiente la respuesta será: “TODO EL TIEMPO ESTUVE AMANDO AL ESPÍRITU QUE HABITA DENTRO DE ESA PERSONA”.
En realidad, amaste al alma y a la esencia espiritual que se expresa en y a través de esa persona. Esa clase de amor nunca es en balde. Es el amor de Dios. Realmente estás enviando la flecha del amor desde tu corazón hacia el corazón de Dios.
Elizabeth Clare Prophet, «Alquimia del Corazón».
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